miércoles, 17 de agosto de 2011

DE ROSA A ROSA: A VUELTAS CON EL TORO DE SAN JUAN

DE ROSA A ROSA ROSA LÓPEZ CASERO
A VUELTAS CON EL TORO DE SAN JUAN

Querida Rosa Montero: No cabe duda de que antes de escribir un artículos de opinión o una novela, una escritora se documenta hasta la saciedad. Seguro que tú lo haces casi siempre. Y digo casi porque, puede suceder, supuestamente, que el tiempo vuela rápido, tenemos muchos compromisos, demasiado trabajo y el artículo tiene que enviarse al periódico. Y por esa falta de tiempo, puede que, a veces, no dé tiempo a documentarse.
Creo que eso te ha ocurrido en tu artículo de El País del domingo, 7 de agosto. Seguro que las sociedades protectoras de animales te han aplaudido. Pero no te has parado a pensar que quizá algunas ciudades que mencionas (Coria, Tordesillas) se hayan sentido ofendidas por tus palabras que transcribo: “La temporada de los verdugos se abre y se cierra, muy apropiada y simbólicamente, con dos "fiestas" repugnantes, tal vez las más bárbaras de todas: para comenzar, en junio, el toro de Coria (Cáceres), que consiste en soplar dardos sobre el animal hasta convertirlo en un acerico (al parecer, dicen que acertar en los ojos o en los genitales trae suerte), y después, cuando la pobre bestia "ya no da más", liquidarlo de un tiro”. Los corianos y habitantes de la mayoría de pueblos de España se sentirán ofendidos por decir que son “especialmente miserables y pequeños durante el verano. Es decir, durante la orgía de sangre y de dolor a la que nos entregamos en las llamadas fiestas populares”. Y continuas:”Entre estas dos apoteosis(Coria y Tordesillas) de sadismo discurre nuestro largo, febril, patriótico verano verbenero”. Y sigues: “la torpe, necia, inmoral ligereza con que los individuos participan en atrocidades colectivas sin pararse a reflexionar sobre sus actos”.
Casi estoy segura que esta vez has escrito de oídas, mejor dicho, de leídas. Porque no creo que hayas estado nunca en Coria (no sé si en Tordesillas) y presenciado en vivo las fiestas del toro de San Juan. Porque de ser así, no escribirías lo de los soplillos tal y como lo cuentas. Es cierto que hace años les tiraban soplillos que tenían en la punta un alfiler pero lo de que se intentaba dar en el ojo o los testículos es una leyenda urbana, querida. Y desde que se alzaron voces sobre el sufrimiento del animal, dejaron de utilizarse. Los toros que se sueltan en Coria, no se castigan en absoluto, se los deja correr libremente por el casco histórico de la ciudad, El animal corre, anda, descansa, campa a sus anchas durante hora y media. El ingrediente del miedo, de saber que una fiera de 500 ó 600 kilos anda suelta, provoca la descarga de adrenalina en los valientes que salen a las calles para ver al toro, o correr a refugiarse a una reja cuando el animal le persigue. Para sentir esa emoción, otros corren en fórmulas 1, o se montan en la montaña rusa. Los humanos somos así. Es cierto que pasado esa hora y media, un certero tiro lo mata y su carne sirve de alimento a muchas personas. Claro que comer carne de animal debe de ser horrible para los defensores de los animales. Por fortuna ¿sois todos vegetarianos?
Tú y yo tenemos varias cosas en común: mismo nombre, estudios de psicología, morenas, escritoras, pero difiero del contenido de tu artículo, no porque esté a favor del maltrato animal, en absoluto, sino porque también es de juzgado de guardia que algunas personas “amantes de los animales” se gasten cantidades desorbitadas en acicalarlos, vestirlos, cortarle las uñas… y en sus accesorios;: trajes, lechos, casas… Podría decir que mejor harían si este dinero lo utilizaran para paliar el hambre en el cuerno de África. Claro que eso sería hacer demagogia.

PUBLICADO EN “LA CRÓNICA DE CORIA” EL MIÉRCOLES, 17 DE AGOSTO DE 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Free Counter and Web Stats