jueves, 11 de octubre de 2012

EL RODILLO CATALÁN

Cuando hay amenaza de naufragio económico, algunos quieren aprovechar para abandonar el vapuleado barco de España, carcomido por la broma ─ese molusco insaciable─ de la deuda, que amenaza con hundirnos si no acude la Unión Europea a rescatarnos. Es cierto que los catalanes son muy trabajadores y emprendedores, y ahorradores también. Eso son virtudes que los honra. Pero ¿no son un poco insolidarios? En la actualidad los azotan vientos del desempleo y sus arcas están vacías, pero se empeñan en mantener abiertas embajadas por el mundo, y tienen que recortar en sanidad y educación. El rodillo catalán viene desde la guerra con Felipe V, que perdieron, pero fueron sagaces y conservaron sus libertades y soberanía limitada. Se crecieron cuando el presidente Macià proclamó la República catalana. En el 34 se proclamaron como Estat catalá. Franco los mimó demasiado, sin embargo, con el ejército en la calle, hizo salir por pies, fuera de España, a su presidente, y allí no se movía ni el Tato. Es cierto que su modernidad social y económica es superior al resto de España desde el siglo XIX. Los catalanes apostaron por la industria y la renovación y aumentó su población, sacan un considerable número de diputados, lo que les permite, en muchas legislaturas, hacer pactos con el gobierno para garantizar su gobernabilidad; ocurrió con González y con Aznar, cuando no contaban con mayoría absoluta, pero a cambio de obtener grandes beneficios económicos y fiscales. Alegan que aportan de los que más . Ojalá los extremeños pudiéramos ingresar más porque sería señal de que teníamos muchos más ingresos. La independencia catalana es inviable jurídica y económicamente, y ellos lo saben: ¿Creen que podrían sobrevivir como país independiente? Porque entonces deberían asumir la parte alícuota de la deuda de España, que está en un billón de euros. Mas vino a Madrid en busca del pacto fiscal, y para presionar con el rodillo, han tensado la cuerda con la herramienta de la amenaza independentista, como muestran las manifestaciones callejeras de la Diada. Rajoy trató de ser diplomático, pero tajante, sin transigir, con un par. Más no se sacia, Mas quiere más.

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