miércoles, 27 de octubre de 2010

PROTESTAR POR PROTESTAR

A las personas les encanta protestar por casi todo. El público protesta para manifestar descontento o para comunicar que lo que se le hace o se le da no es como debe ser o, también, para mostrar oposición a una cosa por considerarla ilegal, falsa o ilegítima, según nos dice el diccionario.
Así, vemos a los ingleses protestar contra su gobierno por los recortes presupuestarios, y asistimos a las propuestas estudiantiles y sindicales de los franceses contra las reformas de los planes de pensiones de su presidente, y a representantes de la Unión Europea contra las medidas xenófobas de Sarkozy.
En España no íbamos a ser menos: asistimos a las protestas del Partido Popular en el debate de los presupuestos generales del Estado, e igualmente han protestado contra los nacionalistas canarios por apoyarlos; el líder del PP en el País Vasco ha rechazado recibir al embajador de Venezuela (con razón, pienso) por el caso del etarra Cubillas ; otros, critican la remodelación del Gobierno. Igual hay protestas contra el presidente de la patronal Díaz Ferrán por sus inapropiadas palabras y su actitud.
En el caso de la aprobación de los presupuestos, siempre ocurre lo mismo: la oposición desempeña su papel. Estoy segura de que si los presupuestos los hicieran este año Montoro y compañía, y los presentaran en las Cortes sin que su partido lo supiera, se opondría igualmente.
El personal de cualquier país no quiere hacer sacrificios aún en época de crisis, ni admite recortes en sus salarios.
Si una mañana Zapatero se levantara exultante y propusiera medidas utópicas tales como: subida general de los salarios de los funcionarios y las pensiones un 25%, exención de impuestos durante el próximo año, estudios y alojamiento gratis, un coche oficial para todos los empleados que se desplacen por motivos de trabajo, vacaciones pagadas... seguro que al cabo de unos años, cuando nos habituáramos a la buena vida, protestaríamos de nuevo, por ejemplo porque no nos ponían un coche a la puerta de casa para ir al médico o al hospital, o no nos pagaban la gasolina. Y así hasta el infinito. Somos insaciables.

ROSA LÓPEZ CASERO
Publicado en ElPeriódico Extremadura en la sección Opinión el 25/10/2010

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