sábado, 12 de febrero de 2011

EL SUCESOR DE AGUIRRE

No, no es una noticia política ni me estoy refiriendo a Esperanza Aguirre. Se trata de Jesús Aguirre, exduque de Alba consorte. Parece que el galán sesentón Alfonso Díez será, en breve, el flamante tercer marido de la duquesa de Alba, y, por tanto, el sucesor de Aguirre.
¿Qué es lo que mueve a esta augusta señora a volver a casarse a sus 84 años?
Ella: la mujer más noble del mundo, la que ostenta más títulos nobiliarios y una de las más grandes fortunas de España. Él: un funcionario de trato exquisito, amable, locuaz y persistente. Lleva tres años preparando el terreno. Y parece que va a lograr su propósito. Porque ¿qué aporta cada uno a este enlace?
Cayetana: sus numerosos títulos, palacios, fincas, obras de arte y un largo etcétera de bienes materiales, además de prestigio y un nivel de vida propio de príncipes. Y un seguro para la vejez. Del novio, se entiende.
¿Y Alfonso? Su persona, su saber estar y la hipoteca de su vida a cambio de vivir en palacio y escalar la cima del estatus social.
La duquesa de Alba “compra” un amigo-amante-amor-esposo-compañero-lacayo-guardaespaldas-confidente … las 24 horas del día, que la saque de casa, la escuche, le diga al oído que la ama, le ofrezca su brazo en bodas y ceremonias varias. Que no es poco. La duquesa se lo puede permitir.
Él ha jugado muy bien las cartas y la jugada le ha salido redonda. Sabe decirle lo que ella desea escuchar, hacerla reír, platicar y, quizá, hacerle alguna que otra cosquilla.
Alfonso es un viajero infatigable, ¿o es ella? Lo cierto es que la duquesa, en estos tres años, está bien viajada.
No importa tener que renunciar a ostentar el título de duque de Alba cuando enviude, ni de no vivir en ningún palacio de la Casa de Alba, pero seguro que no volverá a habitar en su piso de funcionario; quedará bien montado en el euro y con un patrimonio nada despreciable. Mientras la duquesa sea su esposa legítima, no dejará de representar para él la gallina de los huevos de oro: él puede ser un experto granjero que sabrá mimar su tesoro y no cometerá el mismo error que en la fábula.
Lo que no entiendo es cómo la duquesa, que siempre ha sido tan moderna, que ha hecho en su vida lo que le ha venido en gana poniéndose el mundo por montera, no convive con Alfonso sin casarse, como pareja de hecho, y así ella tendría contentos a sus hijos en vez de soliviantados. Porque no creo que a doña Cayetana le importe el qué dirán ni que digan que vive amancebada. Más bien creo que él posee unas potentes armas de persuasión.
Si se casa, que sean felices. Ella me cae muy bien.

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