jueves, 2 de agosto de 2012

LONDRES NO ACERTÓ

Esperaba ilusionada que llegara el día 27 de lulio para ver la ceremonia inaugural de los XXX juegos olímpicos, en Londres. Como hay tan poco que ver por televisión, pensé disfrutar unas horas contemplando el espectáculo que ofrecerían los londinenses. Tenía en mi mente las imágenes impactantes de los anteriores juegos de Beijing 2008. Y esperaba pasar un buen rato con estos. Reconozco que me han decepcionado. Por momentos esperaba que cambiara, que llegaran algunos números impactantes que rompieran la monotonía de tanta cama y tanto delantal. Es una pena porque el organizar ese espectáculo habrá llevado años, se habrán seleccionado los mejores guiones, al mejor director, se han gastado veintisiete millones de libras, pero… no siempre se acierta. Me aburrió, tanto, que me levanté del sofá varias veces, aproveché para echar de comer a mis gatos, para cenar y , en vista de que no mejoraba, me puse a escribir esta columna. A mi modo de ver, Londres no acertó con la elección de contenidos para la ceremonia de inauguración. Ni por asomo puede compararse con los de Beijing de 2008. Aquello fue un estallido de color, un despliegue de imaginación, demostraron una creatividad sin límite. Aquí sobraban cables y faltaba luz. Y emoción. Comenzó con distintas escenas sobre la historia del Reino Unido. Luego, mucho homenaje a la literatura, a películas emblemáticas, a internet, a la música, a series. A veces, al ver ciertas escenas, me preguntaba qué tendría que ver la velocidad con el tocino. Como la escena en la que el personaje de James Bond, representado por el actor Daniel Craig, iba a palacio a por la reina. Montaron en un helicóptero, sobrevolaron Londres y, ya de puestos, supuse que darían un golpe de efecto y los veríamos aterrizar en medio del estadio, se abriría la portezuela y todo el público enfervorecido aplaudiría a su intrépida reina. Pero fue otra decepción porque el que se tiró del helicótero fue un doble de la reina y ella entró por su pie hacia el sitio reservado. Claro que, para gusto se hicieron los colores, puede que algún comentarista diga que el acto inaugural ha sido fabuloso, el mejor de la historia y que le ha encantado. En mi opinión, Londres, en esta ocasión, no acertó.

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